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¿Marido o hijos? Cómo lidiar con la necesidad de atención de ambos

7 Febrero, 2024
¿Marido o hijos?  Cómo lidiar con la necesidad de atención de ambos

Después de que nace el primer hijo, ninguno relación es lo mismo. Esta discusión, demasiado común hace unos años, parece estar quedando atrás a medida que la vida de una mujer (financiera y emocional) se vuelve más independiente de su esposo.

En la sociedad en la que vivían nuestras abuelas e incluso nuestras madres, era natural que el tema surgiera cada vez que hablábamos del matrimonio y su relación con el factor “hijos”. Esto se debe a que, un hecho científicamente comprobado, los hombres generalmente son celosos de sus hijos y de la relación de intimidad y afecto incondicional que se desarrolla entre ellos y su madre.

Si este punto de vista parece un poco sexista para la mayoría de los logros recientes de las mujeres en la sociedad, debe tenerse en cuenta que conocer dividir la atención entre los hijos y el marido puede ser el detalle que falta para no detonar su relación.

Una encuesta realizada por un sitio de redes sociales muestra que la mitad de los expertos en el tema están de acuerdo con la premisa de que, a la hora de tomar decisiones, las mujeres deben priorizar a sus maridos, no a sus hijos. Uno de ellos afirma: “la relación entre marido y mujer es un compromiso de vida, al igual que la relación entre padres e hijos.

Sin embargo, la responsabilidad de los padres es criar al niño y enseñarle valores y responsabilidades morales para que el niño pueda cuidar de sí mismo cuando sea adulto.

Por lo tanto, los relación entre marido y mujer tiene prioridad sobre la relación entre padres e hijos, siempre que los niños estén bien cuidados ”.

¿Irrazonable? No tanto, si pensamos que, de hecho, los hijos se crían con miras a su supervivencia en la sociedad y, inevitablemente, acabarán abandonando la casa de sus padres tarde o temprano. Cultivar la relación entre marido y mujer, superponiéndola con la relación de padres e hijos, es, por tanto, una forma de priorizar una posible compañía en el futuro, cuando los hijos ya estén cuidando de su propia vida.

Pero, ¿cómo lograr este objetivo sin descuidar el cuidado y, sobre todo, el amor que los niños demandan? La respuesta es simple: dividir tareas. Depende de la madre permitir que el padre participe activamente en la educación de los hijos, dejando de lado el orgullo maternal. No es fácil, pero es gratificante: a medida que la mujer se abstiene del papel de guardiana única y soberana de los hijos, la pareja tiene la oportunidad de debatir cuestiones fundamentales que les conciernen; esta cercanía acaba haciendo que la relación sea más íntima y armoniosa.

Una mujer que sabe cómo equilibrar la atención que presta a sus hijos y a su esposo por igual, está logrando un matrimonio más saludable.